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SELECCIÓN NACIONAL MAYOR: Como las de antes en el ahora
por Pablo Forlán

Me gustaría ver un equipo como los de antes, y no se lea esta aseveración como nostálgica. Quisiera esencialmente una selección mayor con una base sólida en su última línea y que con solamente mirarse sepa cada uno lo que debe hacer , Aquellos equipos, siempre tuvieron como columna vertebral una gran defensa comenzando con un arquero de esos que con sus aptitudes otorga seguridad al resto de los jugadores y que, en buena medida, sabe ordenarlos de acuerdo a su panorámica privilegiada del campo.


Por otro lado, poseer una línea de cuatro -reitero, de cuatro- bien plantada con zagueros que ejerzan la autoridad y el respeto de un Elías Figueroa o un Atilio Anchetta, por citar al azar dos ejemplos notables de los muchos que hay y, asimismo, dos laterales que tengan tanto capacidad de contención o marca como de proyección ofensiva, aunque no a la manera de los actuales ya que cuando se proyectan al ataque en general vuelven a su posición cuando pueden y no cuando deben. Cito de memoria laterales de la talla y trayectoria de Luis Peta Ubiña, Juan Mujica, Mario Méndez, Elbio Ricardo Pavoni, Sergio Villar, Omar Caetano (con menos proyección de los que he nombrado), y los lectores seguramente comprenderán estos apuntes. Esto es, marca y proyección. Firmeza, tesón y también técnica para salir jugando o como ya dije mandarse en ofensiva. Y para que lo entiendan de buen modo los más jóvenes: en el último campeón del mundo, Brasil, tanto Cafu como Roberto Carlos ejercieron lo que estoy pregonando en estas anotaciones.


Me gustaría un número cinco que maneje los tiempos del equipo: esos centrojás -si todavía cabe tal término en la lectura del fútbol moderno- con rutilante presencia y personalidad y que se convertían en el respaldo necesario de la línea defensiva para sumar o ser salida limpia. Me gustaría además un volante por derecha como complemento y oxígeno del centrojás, ayudando tanto en la administración de la pelota o como auxilio de marca. Y por izquierda, por supuesto, un número diez que se suelte mucho más, librado a la gestación del buen fútbol, pero con la condición de que al momento de perder la pelota ayude en su recuperación.

En ofensiva se jugaba, recuérdeselo, con dos delanteros netos y un tercero (al que en algún momento se le llamó "volante ventilador" a la manera de excepcionales como el Julio César Abbadie, Bocha Maschio, Rivelinho o el primer Víctor Espárrago de la época de Cerro), ya que en mis épocas jugábamos -vuelvo a citarlo por su talento y por su extraordinaria aplicación táctica- con Abbadie, quien cuando perdíamos la pelota se transformaba en un cuarto volante, quedando adelante como delanteros frontales los inolvidables Spencer y Joya listos para el contragolpe que solía ser mortífero por las virtudes de los antes mencionados.

Tengo la impresión, en todo ese contexto, que mi querido amigo Juan Ramón Carrasco tiene (y no lo he hablado con él) la intención de armar una figura táctica de esta contextura, la que brindó triunfos importantes al fútbol uruguayo a escala internacional. Creo que Juan está tratando de recostarse en la tradición, es decir a lo que he venido refiriéndome líneas más arriba, para luego readecuar el sistema a las exigencias del fútbol contemporáneo. Si hay algo que respeto a muerte del fútbol brasileño -yo jugué y dirigí en Brasil- es que nunca traicionaron sus raíces desde que tengo uso de memoria. Fundaron un modo de desplegar el juego y han tenido más victorias que derrotas, pero lo más importante es que nunca traicionaron su naturaleza. Por ejemplo, la línea de cuatro ha sido en un 95 por ciento inamovible y también su medio campo desde el famoso 4-2-4 y el 4-3-3 hasta el actual 4-3-1-2. Brasil es una manera de ser en el campo, más que un sistema, y por eso siempre está allí, en las rondas finales como más que meritorios penta campeones del mundo que son. Yo soy de los que se aferra a los grandes maestros y, en este caso, pienso entonces en el profesor Ricardo De León: él decía que hay que tener la máxima atención y responsabilidad atrás, hay que errar lo mínimo posible. De este manera, siempre tendremos la posibilidad de ganar por un gol.

(Artículo publicado en revista Caras y Caretas)

 

 

 
 
 

 

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